The Economist acaba de publicar un artículo titulado Slings and arrows en el que se afirma que los bancos tradicionales son cada vez menos rentables y, sobre todo, más vulnerables.

En Londres, Nueva York y San Francisco hay cientos de startups tecnológicas que, con talento y pocos recursos, están atacando a un lobby que se sentía intocable: el sector bancario.

 

Fintech, el sector financiero 2.0

Las startups que están combinando los servicios financieros con la tecnología reciben el nombre de Fintech.

Desde Silicon Valley se afirma que las principales innovaciones de la industria bancaria serán aportadas por empresas tecnológicas y no por unas entidades demasiado grandes, tradicionales y estáticas que no acaban de entender la velocidad con la que se imponen las nuevas tecnologías.

Hace unos años, esta «amenaza» tan solo se escuchaba en reducidos foros de informáticos y apasionados de la tecnología. En la actualidad, numerosos fondos de capital riesgo han puesto su foco en estas empresas y están inyectando recursos de forma creciente.

Según CB Insights, en 2014 este sector captó 12.000 millones de dólares de inversores privados, triplicando los recursos obtenidos tan solo un año anterior. E incluso varias de ellas son ya grandes compañías cotizadas con una valoración superior a los 1.000 millones de dólares.

Muchas de estas startups fracasaran. La tasa de éxito es muy baja, pero, a diferencia de lo que ocurre en el sector bancario tradicional, el fracaso es una etapa más hacia el éxito final. Una motivación extra, ya que de la experimentación y los errores, surge el conocimiento.

 

Silicon Valley is coming

Con este mensaje tan directo avisaba Jamie Dimon, presidente de JP Morgan, un banco con más de 100 años de historia, en una reciente carta a sus accionistas.

Hasta hace pocos años, la extensa regulación bancaria era una importante barrera de entrada para los nuevos competidores en el sector bancario y las grandes entidades no se sentían amenazadas por las nuevas tecnologías y una economía digital emergente.

Tan solo la actividad de captación de ahorro en forma de depósitos está estrictamente reservada a las entidades con autorización bancaria. El resto de actividades o servicios no tienen estas barreras de entrada o los requisitos administrativos son menores.

Algunos ejemplos son:

  • Para dar préstamos directos (peer to peer) no se necesita una autorización bancaria. Tras años con niveles mínimos en los tipos de interés, han surgido nuevos operadores como Lending Club que han sabido aprovechar la oportunidad para canalizar los ahorros de los inversores hacia proyectos atractivos y con un elevado potencial de crecimiento.
  • Otros operadores, como Wealthfront o SigFig están revolucionando el segmento de la gestión de carteras mediante una identidad renovada y una utilización intensiva de tecnología que permite un mejor servicio a un menor precio.

Pagos a través del móvil

Pero donde el sector bancario más se siente amenazado en la actualidad es en el segmento de los sistemas de pagos.

Mientras que la banca tradicional se sentía «segura» con unos medios de pago que canalizaban el 99% de las transacciones económicas y en los que, como emisor y gestor, disfrutaba del monopolio para establecer los precios, la irrupción de operadores como Paypal o Square inicialmente, y de Apple Pay en septiembre de 2014, han revolucionado uno de los principales servicios de la banca tradicional (y de los más rentables).

Ya no estamos hablando de pequeñas startups en un garaje, sino de las mayores compañías tecnológicas del mundo. Entidades con recursos y credibilidad que amenazan con acelerar la «caída del imperio bancario».

 

Protocolo Bitcoin

Mención aparte se merece el Bitcoin, una moneda 100% virtual y descentralizada.

Son numerosos tanto los prescriptores como los detractores del Protocolo Bitcoin, pero una cosa es cierta: a nadie que lo conoce o investiga le deja indiferente.

Desde hace unos meses parece que hay menos «ruido» en torno al Bitcoin (del mismo modo que su cotización ha descendido progresivamente), pero se trata de un «descanso» que incluso le viene bien a la moneda.

El Bitcoin tiene aún muchas posibilidades de desarrollo. Probablemente, aún no ha encontrado su sitio en el nuevo sistema financiero, pero su potencial en enorme y tendremos que esperar a que su cotización se estabilice para conocer su verdadero alcance.

 

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